95th Rifles (Reginald Wymer)

16.10.10

Mapeo de los artefactos hallados

A partir de las coordenadas registradas en el GPS de 143 de los 171 artefactos recuperados, se confeccionó el mapeo discriminado sobre el Google Earth. Sin duda, esta primera lectura de la ubicación en conjunto y por categoría de los objetos en el campo de batalla arroja valiosos datos que confirman muchas de las hipótesis planteadas la inicio de la prospección.

Concentración de la totalidad de los artefactos hallados

Proyectiles de artillería

Proyectiles de armamento portátil

Partes de armamento portátil

Efectos personales

Valores

22.8.10

Final de campaña

Luego de cinco años de detectado el campo de batalla del Combate de San Pedro, a partir de los primeros hallazgos en terreno, y de cuatro de comenzar la campaña de prospección arqueológica con los profesionales de la Universidad de la República, se dieron por finalizados los trabajos patrocinados por la Embajada Británica en Montevideo y la Fundación Colonia Antigua - HSBC Bank Uruguay. A modo de "despedida", se organizó la última entrada al campo de esta primera e intensiva etapa, aprovechando que sólo quedaban los tallos secos del "mar de sorgo" que cubría el sector que no se pudo prospectar en enero de 2010.

En esta ocasión, fueron de la partida el arqueólogo Ezequiel Fernández Inverzo, el mayor Marcelo Díaz, Eduardo Zubía, experto en armas antiguas y miembro de la Asociación de Amigos del Museo Militar del Ejército Nacional, nuestro colaborador Walter Larrea, y quien suscribe. Se utilizaron tres detectores, para aprovechar al máximo esta breve campaña, y se recuperaron 23 artefactos relativos al combate y a la tropas, además de objetos de datación posterior vinculados a la construcción que existió en el sitio años después de la acción militar.

En términos de representatividad, en la muestra obtenida se destacan la terminación del portabaqueta y el escutcheon (escudo) de un mosquete británico Brown Bess. Esta última pieza oficia de "cédula de identidad" del arma pues usualmente lleva incuso el regimiento y el número de orden del fusil dentro del parque de la unidad. Lamentablemente, en este caso, el objeto no presenta trazos definibles, sea porque nunca se identificó el mosquete o por los efectos de la acidez de la tierra.

Sin embargo, el hallazgo que marcó la jornada fue un fragmento de latón de bronce con una corona de laureles estampada. Si bien no se pudo determinar su procedencia en terreno, por estar plegado en cuatro, se interpretó en un principio como perteneciente a una insignia de origen británico, por el estilo y material de confección. Ya en el laboratorio, luego del proceso de limpieza y desplegado, se pudo establecer que se trataba de un componente de una hebilla de cinturón del tipo utilizado por los regimientos británicos.

Como no podría ser de otra manera y aunque parezca increíble, una vez más apareció un objeto relativo a la acción en superficie, apenas oculto por la vegetación, doscientos tres años después del combate: un proyectil esférico de calibre 15mm (.59).

De todos modos, el artefacto que más llamó la atención fue una plaqueta en bronce, con restos del dorado a fuego, portando el perfil en alto relieve del Emperador del Brasil Dom Pedro II y, posiblemente, de su padre, Pedro I. Este objeto y dos monedas de Buenos Ayres (un décimo de 1822 y cinco décimos) siguen aportando valiosos datos para establecer el período de presencia de una construcción en el sitio durante el siglo XIX.


20.7.10

Otra pequeña sorpresa en las costas de Colonia

Las sudestadas y Pamperos siempre hacen bien su trabajo, cambiando de lugar toneladas de arena en las costas de Colonia. De tanto en tanto, esos movimientos de la Naturaleza dejan al descubierto pequeñas sorpresas como el botón de manga de un Royal Marine manufacturado por Firmin en Londres, que se convierte en el tercer testimonio material de la presencia de los infantes de marina británicos durante la ocupación de la ciudad en 1807.

28.1.10

Campaña récord a causa de un mar de sorgo

La arqueología de rescate supone la adaptación permanente a las condiciones del entorno y de las actividades humanas que en él se desarrollen en el momento de programar o iniciar el trabajo arqueológico. En este caso particular, la intención del equipo era continuar la prospección en el área cubierta en diciembre de 2009, dados los resultados altamente positivos obtenidos en dicho sector, vinculados a material de origen británico. Sin embargo, al preparar esta nueva campaña, no se imaginó que la feracidad del terreno, sumada a las copiosas lluvias de diciembre, convertiría el área elegida en un verdadero mar de sorgo. Por ello, entre el 22 y el 25 de enero, con la evidente imposibilidad de desplazarse en una masa vegetal de poco más de un metro altura, no hubo otra alternativa que tomar la opción de prospectar nuevamente la hectárea y media de las campañas anteriores, aunque con tecnología de detección de mayor precisión. Si bien la pastura de este terreno lindero se presentaba con visibilidad nula, los detectores, el método y la intuición cumplieron con eficacia el cometido. Resultado: 68 artefactos!!! Casi la misma cantidad de piezas que las recuperadas en cuatro años de búsqueda!!!

Para las tareas de prospección, también se contó con la presencia del mayor Marcelo Díaz, asesor del equipo en temas de estrategia militar, colaborador en la primera campaña y estudiante de tercer año de Arqueología, que aportó tecnología similar a la utilizada en diciembre anterior. Las jornadas de trabajo fueron de 12 horas, bajo un sol impiadoso y con tempeturas cercanas a los 35 grados. De todas maneras, el chirrido de los detectores hizo olvidar el calor y dedicar así todo el esfuerzo a rescatar y rescatar. En este verdadero "festival de hallazgos", se destaca el notable volumen de proyectiles de armas portátiles (28 piezas -muy esperadas en casi todas las campañas anteriores-), los primeros objetos de apero, relacionados con la Caballería (fragmentos de estribos y espuela), las numerosas partes de un Fusil para Infantería modelo 1757 español, que permiten ir armándolo como un rompecabezas, y los variados efectos personales. Entre estos últimos, hay hebillas, una ficha de juego (tradicionalmente, una bala de mosquete aplastada), una pesa para el faldón de la casaca de algún uniforme, la boquilla de una pipa, un botón británico (liso, probablemente militar), y la primera pieza con datación exacta relativa al período del combate: una moneda de plata de medio real español con la efigie de Carlos IV, acuñada en 1792 en la ceca de Potosí.

Luego de las pertinentes consultas bibliográficas, se logró clasificar y datar todo el material, con la excepción de una tapa de bronce fundido, con orificios milimétricos en su superficie lateral y un enigmático cuño de época que reza: "A 23". Por estas particularidades, se maneja la hipótesis de que podría provenir de algún instrumento de precisión u óptico, como un catalejo o bien...