La arqueología de rescate supone la adaptación permanente a las condiciones del entorno y de las actividades humanas que en él se desarrollen en el momento de programar o iniciar el trabajo arqueológico. En este caso particular, la intención del equipo era continuar la prospección en el área cubierta en diciembre de 2009, dados los resultados altamente positivos obtenidos en dicho sector, vinculados a material de origen británico. Sin embargo, al preparar esta nueva campaña, no se imaginó que la feracidad del terreno, sumada a las copiosas lluvias de diciembre, convertiría el área elegida en un verdadero mar de sorgo. Por ello, entre el 22 y el 25 de enero, con la evidente imposibilidad de desplazarse en una masa vegetal de poco más de un metro altura, no hubo otra alternativa que tomar la opción de prospectar nuevamente la hectárea y media de las campañas anteriores, aunque con tecnología de detección de mayor precisión. Si bien la pastura de este terreno lindero se presentaba con visibilidad nula, los detectores, el método y la intuición cumplieron con eficacia el cometido. Resultado: 68 artefactos!!! Casi la misma cantidad de piezas que las recuperadas en cuatro años de búsqueda!!!
Para las tareas de prospección, también se contó con la presencia del mayor Marcelo Díaz, asesor del equipo en temas de estrategia militar, colaborador en la primera campaña y estudiante de tercer año de Arqueología, que aportó tecnología similar a la utilizada en diciembre anterior. Las jornadas de trabajo fueron de 12 horas, bajo un sol impiadoso y con tempeturas cercanas a los 35 grados. De todas maneras, el chirrido de los detectores hizo olvidar el calor y dedicar así todo el esfuerzo a rescatar y rescatar. En este verdadero "festival de hallazgos", se destaca el notable volumen de proyectiles de armas portátiles (28 piezas -muy esperadas en casi todas las campañas anteriores-), los primeros objetos de apero, relacionados con la Caballería (fragmentos de estribos y espuela), las numerosas partes de un Fusil para Infantería modelo 1757 español, que permiten ir armándolo como un rompecabezas, y los variados efectos personales. Entre estos últimos, hay hebillas, una ficha de juego (tradicionalmente, una bala de mosquete aplastada), una pesa para el faldón de la casaca de algún uniforme, la boquilla de una pipa, un botón británico (liso, probablemente militar), y la primera pieza con datación exacta relativa al período del combate: una moneda de plata de medio real español con la efigie de Carlos IV, acuñada en 1792 en la ceca de Potosí. Luego de las pertinentes consultas bibliográficas, se logró clasificar y datar todo el material, con la excepción de una tapa de bronce fundido, con orificios milimétricos en su superficie lateral y un enigmático cuño de época que reza: "A 23". Por estas particularidades, se maneja la hipótesis de que podría provenir de algún instrumento de precisión u óptico, como un catalejo o bien...